Portear a tu bebe, una experiencia inclusiva

Sara Rodríguez porteando un bebe. Están en un bosque, Sara viste ropa de senderismo y el bebe está protegido con un cobertor de forro polar.

Una de las mejores experiencias que tiene la maternidad es portear a tu bebe. Portear al bebe significa llevarlo sobre ti con algún sistema de sujeción tipo mochila, fular, etc.

Portear tiene múltiples beneficios. Promueve el apego seguro madre-bebe, promueve el desarrollo del vínculo bebe-papa y otras personas de apego, ayuda al desarrollo pisco-motor del bebe, reduce los síntomas del reflujo y facilita la digestión, ayuda a calmar al bebe… Pero por encima de todo, es una manera muy placentera que tenemos padres y madres de relacionarnos con nuestro peque.

Lo cierto, es que cuando empezamos a portear suele ser por una cuestión práctica. El bebe está tranquilo y tú tienes los brazos libres para poder hacer algo de todo eso que tienes pendiente. En seguida te das cuenta de lo cómodo que resulta salir de casa sin arrastrar el carrito por escalones y bordillos. Acabas haciendo del porteo un estilo de vida. Tus ritmos cambian, tu manera de moverte, de sentarte… ¡y lo disfrutas! Disfrutas del contacto con tu bebe y de sentirle crecer, SER.

Vivir esta experiencia me llevó a preguntarme por maternidades diferentes. ¿Qué pasa con las mamas con diversidad funcional, tienen la posibilidad de disfrutar del porteo como las demás? La respuesta es obvia: ¡Sí! El porteo es una actividad donde todo el mundo tiene cabida sin grandes necesidades de adaptar nada.

En primer lugar, con el porteo quitamos el carricoche de la ecuación y ya es un punto a favor. Si resulta tedioso para cualquier persona llevar el carrito por las ciudades que tenemos, llenas de baches, bordillos, escaleras, aceras invadidas por terrazas o motos… imagínate ser una persona ciega. Con el cochecito pierdes toda referencia del el espacio y te imposibilita utilizar el bastón blanco. Y no pensemos en empujar el carro desde una silla de ruedas, sería inviable. Con el porteo no tienes ningún «artilugio» del que ocuparte, el bebe va contigo y entre los dos ocupáis unas dimensiones cercanas a las que tienes sin el bebe.

Lo importante, es elegir bien el tipo de portabebes. Muchas madres tienen el suelo pélvico dañado, otras tienen reducida la movilidad de los brazos. Hay personas con determinadas lesiones en la columna vertebral, con falta de equilibrio o el centro de gravedad desplazado. Hay quien coge técnica en seguida y quien necesita un portabebe sencillo de poner y de quitar. ¡El mundo del porteo tiene solución para todas las situaciones!

Tenemos las mochilas, más sencillas y cómodas de usar, pero que no son aptas para todas las espaldas. Están los mei tais y las meichilas, más versátiles y adaptables a determinadas particularidades. Los fulares y bandoleras, que permiten mayor variedad en la colocación del bebe con respecto al adulto. Por ejemplo, la bandolera es la forma más cómoda de portear a la cadera. Y para cada tipo de portabebe podemos encontrar múltiples opciones en el mercado: fáciles de poner, más resistentes, ajustables a diferentes constituciones…

Resulta que portear es una actividad concebida desde el diseño universal, que se adapta a cualquier persona, y es así, precisamente, por la variedad de opciones y sistemas de porteo que existen. Este es el quid de la cuestión cuando hablamos de accesibilidad, porque encontrar una sola herramienta o manera de funcionar que valga para todo el mundo es imposible. Lo que consigue que los productos y entornos sean accesibles es que tengan una buena gama de opciones a la hora de interactuar con ellos.

La falta de accesibilidad de nuestros entornos es evidente, aún nos queda mucho por hacer, pero también tenemos buenos ejemplos de situaciones que son naturalmente inclusivas y que nos pasan desapercibidas. Si sois mamis, papis, tíos, tías… o tenéis apego con un peque de vuestro entorno, os invito a probar el porteo y a la vez a sentiros y conocer vuestro cuerpo.

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