
Hablamos de NEUROARQUITECTURA
con BELÉN VAZ LUIS
Belén Vaz Luis es arquitecta especialista en accesibilidad universal y neuroarquitectura y la persona que está detrás de SUArquitectura, un despacho de arquitectura que trabaja desde la investigación, la vocación y la lucha por la igualdad y el bienestar de todas las personas.
P- En tu web mencionas que siempre has procurado una arquitectura que mejore el bienestar de las personas, ¿Qué significa?
Significa que, desde que era una niña, he comprobado de cerca como la arquitectura podía influir para bien o para mal en el bienestar físico y emocional de las personas. Un diseño que aumenta el esfuerzo a realizar por una persona para desplazarse, abrir una puerta o asistir a otra persona; una distribución espacial que desorienta o provoca la sobreestimulación cognitiva o, incluso, una luminaria con unos luxes inadecuados que inducen a la carga cervical. Todo ello se traduce en consecuencias negativas para el bienestar de las personas.
P- ¿Cómo está relacionado esto con la neuroarquitectura?
El cerebro es el principal órgano del cuerpo y por eso se entera de todo, si una persona está bien o mal. En mi opinión, si verdaderamente queremos mejorar la salud de las personas, primero hay que saber cómo funciona su cuerpo y, para eso, hay que empezar por el “catalizador” de la actividad nerviosa, emocional y de los sentidos. Al final, fue así como llegué a la neuroarquitectura: encontrando la relación entre la arquitectura y la preocupación por la salud de las personas a través del conocimiento del cerebro y su sinapsis. Para mí, un paso más allá en la accesibilidad cognitiva.
P- Ya que estamos, explícanos brevemente qué es la neuroarquitectura, ¿cómo surge? ¿Dirías que es una moda?
Es complejo definirla ya que aborda el cerebro y éste es el órgano más complejo del cuerpo humano. Quizá se podría definir como el punto medio entre la arquitectura y la ciencia que, empleando procedimientos científicos y sistemáticos, analiza cómo el entorno influye en nuestro cerebro y, por tanto, en nuestra salud física, emocional, psicocognitiva, sensorial, ambiental, etcétera.
Si sabemos qué factores del entorno nos influyen positiva o negativamente en nuestro bienestar, entonces podremos potenciarlos o debilitarlos respectivamente. Con ello mejoraríamos nuestra calidad de vida, estado emocional y físico, productividad y reduciríamos algunos riesgos como posibles lesiones, desánimos o bloqueos. No es la cura de nada, pero mi experiencia me ha demostrado que la neuroarquitectura sí que se podría considerar una “manera de hacer” preventiva o paliativa, según el momento.
En cuanto a si es una moda, desgraciadamente creo que la propia palabra “neuroarquitectura” invita a que lo sea. ¿Por qué digo esto? Porque es algo mucho más amplio, profundo y complejo y me sabe a poco esa palabra en cuanto a reflejar lo que es. Sin embargo, como término comercial me parece muy potente. A raíz de la Covid-19 se ha comenzado a utilizar mucho esta palabra para vender “arquitecturas que piensan en el estado emocional de las personas y sobrellevar el encierro”. Si eso es lo que la sociedad demanda, entonces puedo decir que neuroarquitectura es una moda. Si se quiere entender como esa manera de crear entornos que protejan la salud de las personas, entonces deberá quedarse y caminar de la mano de la accesibilidad universal, porque ambas se complementan y son igual de necesarias para el bienestar humano.
P- Háblanos de los cinco elementos clave de la neuroarquitectura.
Para mí, sólo hay un elemento clave: cada cerebro. Este es único y, por tanto, sus cinco aspectos a la hora de configurar la sinapsis de un espacio va a variar. Habrá quién piense que la iluminación, los colores, las formas, la vegetación o la altura de los techos es lo que define la neuroarquitectura, pero yo me pregunto ¿y la calidad ambiental? ¿y la contaminación lumínica o de ruido? ¿y la altitud o la latitud? ¿y los propios materiales de construcción? ¿y la ergonomía? ¿y la accesibilidad universal? ¿y las patologías, síndromes o deficiencias de la persona? Pero, sobre todo: ¿y la cultura, la época y la concepción que tiene de la arquitectura esa persona y su país? También son elementos clave.
P- Entiendo entonces que la neuroarquitectura aplica a cualquier construcción que podamos plantear, ¿dirías que hay algún tipo de edificio que es más sensible que otros a aplicar neuroarquitectura? Por ejemplo, oficinas u hospitales.
Todos los edificios necesitan neuroarquitectura. Si bien es cierto que, por una cuestión de prioridades, aquellos vinculados a uso socio-sanitario deberían ser más sensibles a su aplicación.
Esto no quiere decir que las demás construcciones no sean tocantes a la neuroarquitectura. En una oficina hay que velar por la capacidad productiva de la persona trabajadora, luego hay que promover diseños que a nivel psicocognitivo funcionen de manera eficiente para lograrlo. Frank Lloyd Wright quizá supo entrever la manera de hacer arquitectura cuando proyectó las oficinas Johnson Wax. En todo caso, la neuroarquitectura no sólo involucra a los edificios, también lo hace con el diseño urbano como pueden ser plazas o parques.
P- Esta claro que la neuroarquitectura mejora la calidad de vida de las personas, pero las personas somos muy diferentes unas de otras. ¿Se pueden diseñar viviendas basándonos en la neuroarquitectura que sean adecuadas para cualquier persona que llegue a vivir en ellas?
Soy gallega, así que te diré, ¡depende! Antes me preguntabas por los elementos clave y mi respuesta fue que estos no siempre son los mismos en todas las personas, aunque, en general, en una lista más amplia que cinco, suelen repetirse. Incluso diría que se repite la manera en la que estos elementos influyen y las preferencias, que no sensaciones, en nuestro cerebro. Sólo con el estudio pormenorizado del caso concreto, descubres el orden y si hay algún otro elemento que debas introducir.
P- ¿Qué son los Planes de neuroaccesibilidad edificatoria?
El haberme especializado en accesibilidad universal y neuroarquitectura me permite abordar la reforma, rehabilitación o mejora de las condiciones de un edificio desde el punto de vista de la accesibilidad universal y de la neuroarquitectura. Por ejemplo, si consideramos el ejemplo de la oficina de antes, se trataría de generar un Plan en el que mejorásemos las condiciones de accesibilidad universal del espacio de trabajo de las personas y zona de atención al público; haciéndolo de tal manera que aumentemos la productividad y eficiencia de las personas que allí trabajan. En definitiva, es una expresión que me he inventado, o eso creo, para definir mi metodología de trabajo.
P- Para terminar, recomiéndanos una publicación que leer y un espacio que visitar.
Espacio Somático, cuerpos múltiples de María Auxiliadora Gálvez como lectura. Como espacio el Stonehenge de Salisbury, para comprobar cómo incluso un espacio que no es edificio influye en nuestro cerebro y en nuestra manera de sentir.